Desde los campamentos de refugiados llegan tapones para la campaña solidaria
Esta es una historia de las que ponen la piel de gallina. La protagonista es Munina, una niña de 12 años que vive en un campamento de refugiados del Sáhara y que ha conseguido movilizar a sus vecinos para que ayuden a la pequeña Irene, una niña con parálisis cerebral. El pasado verano, la pequeña saharaui observó como su madre de acogida llevaba tapones de plástico al aparcamiento de Boiro y no dudó en preguntar por qué. Cuando conoció el motivo también comenzó a juntarlos, no solo en la parroquia rianxeira de Asados, donde pasó el período estival, sino en su hogar africano. El resultado de su campaña solidaria es digno de dar a conocer.
Cuenta Maribel, la madre de la familia acogedora, que en el puente de la Constitución ella y otras personas que reciben a los pequeños saharauis en Galicia emprendieron un viaje al Sáhara para conocer su modo de vida. Allí Munina le entregó una bolsa con tapones y otros niños y mayores siguieron su ejemplo y comenzaron a reunirnos. Aunque allí es difícil encontrarlos, la misión ha dados sus frutos.
«Aínda que non teñen nada é impresionante o esforzo que fan para axudar aos demais. Este é un exemplo da solidariedade saharaui co pobo galego», señala Maribel. Es raro que un niño tome un refresco, porque no es fácil adquirirlos, pero hasta algunos buscaban los plásticos entre la arena del desierto para unirse a la causa que tiene como objetivo ayudar a la pequeña Irene.
Como una nieta
Maribel comenzó a acoger hace tres años y aunque en su familia había quien tenía dudas. «Hoxe todos están moi contentos coa decisión, Munina era como unha neta para min, porque os meus fillos xa son maiores. Decidín facer algo bo e non me arrepinto, todo o contrario, encheunos a casa de alegría», añade. También a anima a las familias de Barbanza a que acojan, sobre todo este verano que se prevé especialmente caluroso en el Sáhara y los más pequeños lo pasarán mal.
Maribel guarda muchas historias que contar de los veranos que Munina estuvo en su hogar y se emociona al recordarlas. No es para menos, y es que el corazón de esta niña es enorme y ha conseguido dar una lección de solidaridad a muchos mayores. Ya queda menos para reunir los fondos necesarios para Irene.