10 de diciembre, 2015 / porunsaharalibre.org / Por Fito Alvarez
El 10 de diciembre está marcado en el calendario como el Día Internacional de los Derechos Humanos. Se conmemora el día en que, en 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En el Sáhara Occidental no es un día de celebración, sino de reivindicación.
Tras el abandono del Sáhara por parte de España hace ya 40 años, Marruecos ha practicado una política de terror, de exterminio y genocidio contra el pueblo saharaui.
Durante los primeros días de la ocupación la población civil saharaui, que huía del ejercito marroquí, fue bombardeada con Napalm y Fósforo Blanco. Cientos de niños, mujeres y ancianos fallecieron víctimas de terribles quemaduras producidas por estos bombardeos.
Los saharauis que no pudieron huir y quedaron en los territorios ocupados por Marruecos llevan cuarenta años sufriendo a diario las consecuencias de esta cruel ocupación y carecen de todos sus derechos.
No tienen acceso a los puestos de trabajo, reservados para los colonos que paulatinamente ha ido introduciendo Marruecos en el Sáhara. Los saharauis que se dedicaban a la pesca han visto como son privados de licencias que caen en manos de los amigos del régimen marroquí. Los pocos que mantuvieron sus puestos de trabajo en las minas de fosfato de Fos Bucraa sufren una clara discriminación con respecto a los trabajadores marroquíes que gozan de mejores condiciones de trabajo y sueldos.
Los saharauis no tienen derecho a una sanidad digna y cuando acuden a un centro médico son discriminados por ser saharauis o directamente, no son atendidos. Si necesitan ser trasladados a un hospital lejos de su residencia tienen que pagar de su propio bolsillo las ambulancias. Hay casos documentados de fallecimientos por esta falta de atención.
Cuando son heridos de gravedad en las manifestaciones pacíficas por bandas armadas de colonos marroquíes, se les expulsa de las urgencias médicas o se les inyecta sustancias peligrosas que los dejan paralizados durante horas o días. Algunos son denunciados por los médicos para que la Policia se los lleve en ese estado a las comisarías, sin haber cometido delito alguno.
En los territorios ocupados del Sáhara Occidental está prohibida cualquier representación cultural saharaui.
Los niños saharauis en las escuelas son marginados y no se les permite hablar en español. Los jóvenes son rechazados en las universidades y solo pueden acceder a determinadas especialidades, otras las tienen vetadas para ellos, no para los marroquíes o de otras nacionalidades. Para llevar a cabo estudios superiores tienen que pasar filtros muy específicos de tipo político y deben trasladarse a cientos de kilómetros a una ciudad marroquí, ya que en el Sáhara Marruecos no ha creado ninguna universidad.
Las asociaciones y organizaciones saharauis sobreviven en la clandestinidad, ya que están prohibidas por el régimen marroquí. Sus miembros son continuamente acosados, perseguidos y detenidos, sufriendo torturas y vejaciones durante su presidio.
A día de hoy, hay más de medio centenar de presos políticos cumpliendo condena en cárceles marroquíes. Son juzgados sin las mínimas garantías procesales, condenados por declaraciones obtenidas bajo tortura e incluso juzgados por tribunales militares siendo civiles. Muchos de ellos sufren graves enfermedades debidas a las torturas y no reciben la atención médica que su situación requiere, derecho que diferentes convenios internacionales les reconoce.
La Comunidad Internacional, conocedora de esta situación, prefiere mirar para otro lado mientras los saharauis, en un ejemplo único de compromiso, determinación y resistencia pacífica sale a las calles para exigir sus derechos.
La MINURSO, Misión Internacional de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental, lleva desplazada en la zona desde el año 92. Tiene la vergonzosa característica de ser la única misión de las Naciones Unidas que no tiene entre sus cometidos la vigilancia del cumplimento de los derechos humanos, debido al continuo veto que recibe cada vez que se vota la inclusión de este cometido entre sus funciones en la IV comisión de las Naciones Unidas.
No podemos permitir que se siga mirando para otro lado mientras el gobierno marroquí viola los derechos humanos de la población Saharaui.
Tenemos que exigir que se ponga fin a este sufrimiento que se prolonga demasiado en el tiempo.