Fuente y foto: El Sáhara de los Olvidados / Elisa Pavón / Activistas de Resistencia Saharaui en los territorios ocupados
Lmamiya, madre de Sidi Abdalahi Abhah, eleva la voz y gesticula sin parar cuando responsabiliza al Gobierno marroquí del padecimiento del grupo de presos políticos de Gdeim Izik, del sufrimiento de sus familias y del suyo propio. Su hijo lleva 3 años encarcelado y ella aboga por su inocencia. “Es muy difícil expresar el grado de sufrimiento de una madre que vive sabiendo que a su hijo se lo han llevado y han condenado su vida siendo inocente, porque no ha cometido delito alguno”, asegura. “En la cárcel -continúa-, como los demás presos, mi hijo padece enfermedades, duerme en el suelo, no está mínimamente atendido…Yo responsabilizo de eso al Gobierno marroquí”.
Detenido el 9 de noviembre de 2010 en el barrio de Linaach, en El Aaiún, capital del Sahara Occidental, Sidi Abdalahi Abhah fue condenado el 17 de febrero de 2013 a cadena perpetua por su participación en el Gdeim Izik. Abordó su testimonio en el juicio militar haciendo un paralelismo entre la política de colonización marroquí, asegurando que envió a 180.000 colonos, con la acusación que pesaba sobre los 25 encausados, que aludía al secuestro y retención forzosa de ciudadanos saharauis venidos de distintas ciudades para reclamar sus derechos civiles, sociales, políticos y económicos.
Como sus compañeros, explicó infructuosamente que fue trasladado a un centro de detención, donde fue sometido a vejaciones. Mantenido con los ojos vendados y esposado con las manos atrás, recordaba cómo fueron los interrogatorios, en los que permaneció de pie contra la pared sin poder descansar, dormir, comer ni beber.
Sidi Abdalahi Abhah, soltero de 39 años, vivía habitualmente en El Aaiún, si bien disponía de permiso de trabajo en España, lo que le permitía viajar con cierta asiduidad para incorporarse a trabajar como temporero en diferentes campañas agrícolas. “Era quien me cuidaba, se encargaba de mí y me llevaba con él a España para mis consultas y tratamiento médicos”, declara su madre, Lmamiya. Ella, que se encuentra enferma y con grandes limitaciones de movilidad, denuncia la imposibilidad de ver a su hijo en la prisión, no sólo por sus circunstancias médicas, sino por cuestiones de lejanía y económicas, entre otras. “Los presos saharauis deberían ser trasladados a cárceles en el Sahara Occidental, para estar más cerca de las familias”, reclama, al tiempo que agradece todas las acciones e intervenciones en favor de que se haga justicia con los casos que, como el de su hijo, han sido juzgados ante un Tribunal Militar tratándose de civiles.
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