Las Naciones Unidas fueron creadas para preservar la paz y eliminar los horrores de la guerra. Su Carta lo menciona: “a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles…A reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”…
¿Lo está haciendo? En mi concepto, ya perdió la brújula y se ha aggiornado con los intereses geopolíticos y económicos de las grandes potencias y sus aliados, con la inmoral “realpolitik” que deja de lado principios y valores. De ahí que el derecho a veto de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, se haya prostituido y atente, no solo contra el espíritu democrático, sino también que soslaye los principios de la Carta de la ONU y del Derecho Internacional.
El intervencionismo en países soberanos se ha agravado y con la “intención” de volverlos democráticos, desde el punto de vista occidental, y no solo los ha destruido (véanse los casos de Iraq, Siria, Libia y Yemén), sino que han creado un monstruo, el terrorista Estado Islámico –auténtica amenaza a la paz mundial-, que ahora ni saben cómo combatirlo.
Y en otras situaciones, la “ONU civilizada” avanza con pies de plomo y permite el genocidio en Camboya, Ruanda, Bosnia; es decir, solo cuando se derrama mucha sangre se escandaliza y actúa ya tardíamente. Entretanto, con una mira miope y sesgada, los conflictos a los que denomina de “baja intensidad”, prefiere el statu quo, aunque se violen los derechos humanos y se llegue al genocidio, como ocurre con la invasión de Marruecos al Sáhara Occidental, que tiene el beneplácito y la alegría macabra de Francia, que con su amenaza de veto permite todo tipo de tropelías. Recuérdese las palabras del embajador francés a Javier Bardem: “Marruecos es una amante con la que se duerme todas las noches, de la que no se está particularmente enamorado pero que se debe defender”.
La última resolución (2218) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre el Sáhara Occidental es frustrante para la paz y la defensa de principios y valores. Si bien deja intacto –ya sería el colmo si no lo hubiera mencionado- el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, lo deja indefenso ante la grave violación a los derechos humanos y el uso de la tortura por parte de Marruecos, además que no dice nada del saqueo que perpetra a sus recursos naturales.
La ONU está anquilosada, con funcionarios corruptos y hasta espiada. ¿Qué se puede esperar de ella?