Por Benda Lehbib Lebsir / Imagen: Victor Jimenez / 1saharaui
He hablado del programa Vacaciones en paz cientos de veces, también de los que estudiamos en España pero tenemos la posibilidad de pasar el verano en los campamentos con nuestras familias; y qué me decís de los que no van a España? de los que no pierden la ilusión ni siquiera teniendo la certeza de que su rutina, al menos a corto plazo, va seguir siendo la misma?: despertar, desayunar, si es que es posible, y preparase para pasar un día caluroso buscando la sombra para ver pasar el tiempo como si de nada valioso se tratara… Los hay, y muchos por desgracia.
Son los niños del verano y del invierno, los embajadores de su causa en su casa. Les he visto esta misma mañana, igual que ayer y antes de ayer, les he visto esperar a que salga el sol, y pasar de la sombra de su jaima jugando las canicas a la sombra de la cocina mientras saborean un helado “made in campamentos”. De esos helados caseros que minimizan las temperaturas y su dulce sonrisa indica de todo menos amargura. Que alegría verles, de verdad.
Ahí les he visto llevar la comida a sus cabras, mientras las llaman, y que listas éstas que entienden su jerga, no les contestan pero obedecen y rápidamente acceden a su llamada. También he visto a esos mismos niños a las tantas de la madrugada jugar al futbol, buscando la luz de la luna, descalzos, qué novedad verdad? Son de lo más atrevido y por si fuera poco, que no lo es, esos niños duermen muy de vez en cuando; incluso ves a alguno a las dos de la tarde correr entre jaimas; a estos niños que no han ido nunca a España no les puede sorprender ese cambio en nuestras vidas puesto que ni lo conocen ni han tenido la suerte de gozar de ello, pero y yo me pregunto hasta cuándo?
Mientras sigo con mis mil preguntas retóricas, que no soy capaz de responder, yo les observo y aprendo y les envidio. Su sencillez es transparente, gozan de una felicidad que ni todo lo material existente es capaz de traspasar. Es increíble. Los niños todoterreno existen, les conozco de carne y hueso, nombres y apellidos, estoy conviviendo con ellos y qué suerte la mía.
Desde aquí, desde los campamentos, todo cambia y todo sigue igual Van o no dos meses conocen otro mundo, saborean otra cultura y otras costumbres sin perder de vista que a su vuelta todo sigue igual, su rutina sigue siendo la misma. Solo recordar a aquéllos que están disfrutando del Vacaciones en paz que lo aprovechen, que lo disfruten, pero aquí también viven su Vacaciones en paz, a su manera y con sus adaptadas condiciones. Digo, su rutina de todo el año.