Por Ricardo Sánchez Serra, presidente Consejo Peruano de Solidaridad con el Pueblo Saharaui
El 30 de julio se conmemora la fiesta del trono, que recuerda la entronización del feudal rey de Marruecos, Mohamed VI.
La civilización no tiene nada que celebrar por cuanto los soberanos marroquíes se han caracterizado por violar los derechos humanos de su población y por cometer genocidio contra el pueblo saharaui, ante el escandaloso silencio de algunos países libres y de las Naciones Unidas, que se convierten en cómplices de los crímenes del reino marroquí.
El territorio saharaui fue invadido por Marruecos hace 40 años. Lo ocuparon atacando a la población civil con bombas de napalm, fósforo blanco y bombas de fragmentación. Los que no pudieron escapar viven con las más atroces violaciones de los derechos humanos (se siguen encontrando fosas comunes) y son víctimas de la tortura; mientras que el resto de la población que logró huir, vive en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf asistidos por la ayuda humanitaria internacional, cada vez más escasa, mientras marruecos expolia los recursos naturales de los saharauis y bloquea las negociaciones en la ONU impidiendo el referendo de autodeterminación.
Aunque las embajadas marroquíes hagan su fiesta, hoy es un día de duelo internacional y los que asistan al festejo e ingieran una copa de vino, estarán bebiendo la sangre derramada de los saharauis. Allá con su conciencia.
Es hora de decir ¡basta! A las atrocidades marroquíes en el Sáhara Occidental.
Lima, 30 de julio de 2015
Ricardo Sánchez Serra, presidente Consejo Peruano de Solidaridad con el Pueblo Saharaui