Por Manuel Domínguez / Publicado en El Espía Digital
– «Hola, Bachir (marido de Mariem), ¿qué tal?»
– «La jefa no está, Manuel»
– «Ya lo sé, hay que aprender a vivir sin ella».
Superados los intensos momentos vividos tras el fallecimiento de Mariem Hassan, inmerso en el torbellino de cariño y reconocimiento a su figura y labor, quiero agradecer, en nombre de la familia y en el mío propio, todas las reacciones que su muerte ha suscitado. Desde los corazones conmovidos ante la desgracia, a todos aquellos que de un modo u otro han manifestado su solidaridad y gratitud.
Para mí, ella ha sido siempre fuente de inspiración y respeto. De carácter noble, Mariem Hassan ha desarrollado su particular oficio de cantante desde la responsabilidad ante cada paso que ha dado y sin renunciar nunca a la alegría.
Yo no he dejado de aprender a su lado. Como ahora, que consciente de que su cuerpo flaqueaba, ha tenido ánimos para despedirse de sus amigas, de su familia, de mí, de un modo tan natural y digno que, una vez más, nos ha desarmado.
Mariem siempre me ha parecido única y genial en todo. Cuando comprendió que la música le ofrecía una tribuna ideal desde la que ejercer como embajadora cultural de los saharauis, la asumió con dedicación. Hablaba de que llevaba una carta de su pueblo al mundo entero y llegó con ella hasta las antípodas. Muchas personas se le han acercado para decirle: no entendemos tu lengua pero con tu voz nos llegas al corazón. Y no podía ser menos; en los mawales, sencillamente sublime.
Fue ejemplar en la relación con los poetas, a quienes respetaba como figuras máximas de la cultura saharaui. Cuando grababa alguno de sus poemas convertido en canción, lo primero que hacía al llegar a los campamentos con un nuevo disco era ir a mostrárselas a cada uno de los autores, para recibir su aprobación. Yo he sido testigo de cómo le enseñaba “Gdeim Izik” y “Rahy El Aaiún egdat” a Beibuh, y Arrabi al Arabe” a Bachir Ali. En este aspecto, Lamín Allal fue un privilegiado pues conectaba a la perfección con Mariem y supo dar forma literaria a las ideas y requerimientos que ella le planteaba en cuanto se sentía en la obligación de responder a lo que acontecía en torno a su causa y su gente. Como con “Tefla madlouma”, sobre una niña maltratada; “Maatal-la”, el barrio de El Aaiún ocupado, escenario de tantas revueltas; “Azzagafa”, la importancia de la cultura; “Almalhfa”, en defensa de la melfa; o la inmensa “Shouka”, en la que para contestar al discurso de Felipe González del 76 en Rabuni, se inventa la cantata popular en el haul.
Siempre estaba dispuesta a colaborar en todo lo que tuviera relación con la cultura. Su participación en el programa “Cuéntame Abuelo – Música”, sobre la tradición oral, fue fundamental al servir de puente entre los investigadores españoles y los músicos y poetas saharauis. Más allá de las entrevistas realizadas en febrero de 2012, siguió aportando con entusiasmo su profundo conocimiento del haul, consciente de la importancia que para el Ministerio de Cultura de la RASD este programa supone.
En el último año, cuando ya su actividad pública se había reducido al mínimo, uno de nuestros temas recurrentes de conversación giraba en torno a la situación de los músicos en los campamentos. Ella, que había vivido en primera persona los años más fecundos del grupo mártir El Uali, y los tiempos en los que cada daira contaba con un numeroso grupo de música tradicional y los que representaban a las wilayascompetían cada año entre sí en el Festival de Cultura y Artes Populares, contemplaba con inquietud el momento actual.
Estábamos convencidos de que la música es uno de los escasos puntos de encuentro en el que todos los saharauis, los de los territorios ocupados, los de los campamentos de Tinduf, los de la diáspora e incluso los pro marroquíes, están de acuerdo.
La prueba más evidente es la de una boda saharaui, donde la música y, en concreto, el baile ocupan un espacio privilegiado en la celebración. Por tal motivo su último disco está centrado en los bailes, para que todos aquellos saharauis que lo deseen puedan bailar, se encuentren donde se encuentren. “Baila Sáhara Baila” un CD para los saharauis, que ella dedica a los músicos -en especial a los guitarristas- que lo hacen posible.
Tengo la sensación que hasta los más escépticos con la labor de Mariem empiezan a asumir su categoría. Ahora toca honrar su memoria y la mejor forma de hacerlo es profundizar en todo aquello que le preocupaba al respecto de la cultura saharaui. Debemos animar a los músicos a seguir creando y tocando en cada uno de los frentes abiertos, los territorios ocupados, los campamentos, la diáspora. La cultura es el alma de un pueblo, el principal signo de identidad. Sin identidad no hay pueblo, por eso los enemigos del pueblo saharaui tratan de anularle su identidad.
Los músicos deben recuperar el terreno perdido. Los poetas deben ayudarles con sus textos a fortalecer sus canciones. Los jóvenes tienen la puerta abierta a seguir la senda innovadora marcada por Mariem y sus compañeros. Todos debemos respetar y valorar a los músicos, cantantes y bailarinas para que, de la mano de los poetas, el pueblo saharaui se sienta orgulloso de su cultura. Ahora que Mariem no está en los escenarios del mundo, no debemos rendirnos. Hay que perseverar para regresar a ellos. Y es preciso perdonarnos los unos a los otros. Desde la humildad. Sin barreras ni muros entre los saharauis, que ya tenemos bastante con el levantado por Marruecos.
Y para eso es necesario ser generosos como lo era Mariem, que lo dio todo. Hoy el pecado más grande es el de la mezquindad. La Cultura debe abrir sus brazos de par en par para que todos quepan en su regazo. El Polisario puso la primera piedra acabando con el sistema de clases y abriendo el haul a todos los saharauis. A la música le marcó tres objetivos. Animar a los refugiados instalados en los campamentos argelinos para hacer su espera más llevadera. Recordarle a quienes viven en los territorios ocupados que no están solos en la lucha. Explicar al mundo la situación del pueblo saharaui, mostrando una cultura propia y sirviendo de nexo entre todos los desperdigados en la diáspora para fortalecer sus raíces. Lo hizo El Uali, lo hizo Leyoad, Tiris, Estrella Polisaria, lo ha hecho Mariem, lo está haciendo Aziza y lo tienen que hacer muchos más. ¿A qué esperamos para ponernos a trabajar?
* Director de Nubenegra, compañía discográfica independiente.
Foto: Eduardo Contreras