En los casos de ocupación y colonialismo, el opresor utiliza métodos represivos para mantener el control de la situación. Una resistencia de la población ocupada está inevitablemente acompañada de un aumento de la violencia organizada por el opresor.
La ocupación del Sahara Occidental es el ejemplo típico de este proceso. Se estima que están activos más de 5 miembros de las fuerzas de ocupación por cada saharaui en los territorios ocupados y más de 150.000 soldados marroquíes desplazados en el muro de separación. A estos hay que añadir los colonos que invaden las ciudades saharauis y cambian dramáticamente la composición demográfica del territorio. Aparte de la violencia obvia como la detención arbitraria, tortura, invasión de domicilio, desapariciones forzadas y el empobrecimiento de la población, hay una violencia silenciosa y psicológico que afecta a toda la población que vive en una gigantesca prisión al aire libre.
El Sahara Occidental está formalmente en paz debido al alto el fuego 1991- pero ¿se puede hablar en paz? ¿una paz de ocupación, violencia, exilio, hambre, desempleo y pobreza, en un territorio con el muro de separación más grande y la zona con mayor número de minas per cápita en el mundo causantes de miles de víctimas?
El 21 de mayo de 2005, la población saharaui inició lo que se conoce como «intifada isitklal» (protesta a la independencia).
Casi toda la población saharaui que se podía mover corrió a las calles en protesta exigiendo la autodeterminación. Estas protestas fueron reportados como pacíficas diferenciándolas de la Intifada palestina, por ejemplo, que a veces recurren a tirar piedras a los soldados israelíes armados con armas de alta tecnología.
En octubre de 2010 decenas de miles de saharauis, familias enteras establecieron un campamento de protesta en el desierto a las afueras de El Aaiún, capital de los territorios ocupados. A pesar del asedio y amenazas constantes estuvieron un mes de protesta no violenta exigiendo sus derechos legítimos. Marruecos desmanteló el campamento brutalmente en noviembre y encarcelado a miles de saharauis, que interrogó y torturó. Este campamento fue conocido por el campamento de Gdeim Izik. Hoy 21 presos políticos saharauis conocidos por el grupo de Gdeim Izik sigue en prisión con penas de 20 años a cadena perpetúa.
11 años después las protestas continúan con manifestaciones, la intifada saharaui sólo se detendrá en el día de la independencia, sentadas de protesta, huelgas de hambre colectiva y otras formas de resistencia no violenta, a pesar de la brutal represión del ocupante marroquí, son el arma cotidiana de la población.
Hoy en día, cualquier persona que se opone a la guerra de agresión, invasión u ocupación se define generalmente como un «pacifista». De hecho, es perfectamente comprensible que miles de personas se declaran «pacifistas».
Sin embargo, el pacifismo es una ideología bien definida, con sus propias premisas y conclusiones, abogando por la paz en todo momento y en todas las circunstancias, pero surgen sus limitaciones, precisamente cuando se enfrentan a los conflictos actuales.
El pacifismo se limita a anunciar la paz y la hermandad entre los hombres, casi religiosamente.
La resistencia no violenta toma la forma de confrontación directa y sin recurrir a la violencia como en el caso de manifestaciones y desobediencia civil, pero también puede incluir la guerra de información, protesta artística, grupos de presión, la objeción fiscal, boicot o sanciones, lucha diplomática/legal, sabotaje de materiales y equipos, murales y daños a símbolos de los ocupantes como banderas.
Los saharauis han recurrido a la resistencia no violenta en casi todas las formas existentes. A pesar de que son las personas que por más años (desde hace más de dos décadas) lucha de esta forma ejemplar y difícil, no son noticia, ni son citados como ejemplo por las noticias internacionales.