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El fallo del Tribunal de Justicia anula una sentencia previa sobre el acuerdo de libre comercio pesquero y agrícola y afirma que no es territorio marroquí
Diario de Sevilla .- La creciente llegada de pateras con migrantes a las costas andaluzas desde mediados de diciembre responde al sutil manejo instrumental que Marruecos realiza de los movimientos migratorios en sus fronteras dependiendo del rumbo de sus relaciones diplomáticas con la Unión Europea. Las fuentes consultadas señalan que se ha producido una evidente relajación en el control de la salida de embarcaciones desde que el 21 de diciembre el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictara una sentencia que estipula que el acuerdo de libre comercio agrícola y pesquero no vincula al Sahara porque no es parte del territorio marroquí.
La sentencia anula la emitida por el Tribunal General el 10 de diciembre de 2015 que estimaba un recurso del Frente Polisario contra el acuerdo pesquero y agrícola euromarroquí, al entender que la liberalización comercial incluía la explotación de recursos del Sahara Occidental en detrimento de la población de este territorio y de sus derechos fundamentales. Ese fallo judicial fue recurrido por el Consejo de la Unión Europea, con el apoyo de España, Francia, Alemania, Bélgica y Portugal, así como por la Confederación Marroquí de Agricultura y Desarrollo Rural.
La anulación de la sentencia en principio responde a las pretensiones de Marruecos, sin embargo, en su argumentación toca algunos detalles especialmente sensibles para esta monarquía al afirmar que el Sahara no es marroquí. «Habida cuenta del estatuto separado y distinto reconocido al territorio del Sahara Occidental en virtud del principio de autodeterminación en relación con el de cualquier Estado, incluido el Reino de Marruecos, la expresión territorio del Reino de Marruecos no puede interpretarse de modo que el Sahara Occidental esté incluido en el ámbito de aplicación de dicho acuerdo», detalla. En resumen, los productos agrícolas y pesqueros de la zona saharaui no están sujetos al acuerdo de liberalización con Europa porque el Sahara no forma parte de Marruecos. La sentencia agrega que si un tratado se aplica más allá del territorio de un Estado, ya sea porque está bajo su jurisdicción o porque ha asumido sus relaciones internacionales esa circunstancia se tiene que hacer constar «expresamente» en el acuerdo.
La llegada de migrantes en patera creció en Andalucía de forma considerable desde el arranque de 2016, prácticamente coincidiendo con la primera sentencia (diciembre de 2015) que respaldaba la denuncia del Frente Polisario contra el acuerdo comercial que, entre otros aspectos, permite a parte de la flota pesquera española faenar en aguas marroquíes. Aunque los servicios de vigilancia y rescate en Andalucía registraron el año pasado menos pateras que en 2015 (354 frente a 491), el número de personas que viajaba en estas embarcaciones aumentó un 81% al pasar de 3.369 migrantes a 6.109.
La apelación ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y sobre todo el fallo, emitido el 21 de diciembre, ha coincidido con un nuevo repunte de pateras a las costas andaluzas. Fuentes del Servicio de Salvamento Marítimo de Almería han confirmado que desde comienzos de diciembre hasta ahora se han abierto 20 expedientes por embarcaciones localizadas entre las costas de Almería y Granada. Parte de estos expedientes incluyen dos y en ocasiones tres pateras. Por ejemplo, solo en enero se han incoado cinco expedientes e interceptado ocho con alrededor de medio centenar de personas cada una. De acuerdo con estos cálculos, en la primera semana del año han llegado a las costas granadinas y almerienses cerca de 400 personas.
Mientras, en Málaga, que corresponde a la zona de Salvamento Marítimo de Tarifa, se han registrado tres pateras en la primera semana de 2017, con 158 viajeros en total.
Fuentes de salvamento marítimo consultadas por este periódico han precisado que en las últimas semanas se han producido algunos cambios. Por ejemplo, los servicios de emergencias reciben con anterioridad los avisos. «Si antes lo hacía a 17 ó 20 millas de distancia de la costa, ahora es a 40 ó 50». Sin embargo, al menos en el sector oriental, no se han registrado cambios significativos en relación con la zona de Marruecos de la que parten. «Sigue la tónica de los últimos años. Unas salen de Alhucemas y su entorno, y otras de Bouyafar, entre Melilla y el cabo de Tres Forcas», apuntan las fuentes consultadas en Almería.
La presumible relajación de Marruecos en el papel que Europa le ha encomendado como gendarme de su frontera Sur también lo incardinan las fuentes consultadas con la situación política de Marruecos, con un gobierno en funciones desde que en octubre revalidaran su victoria en las elecciones legislativas los islamistas próximos al líder de Justicia y Desarrollo, pero con una mayoría tan exigua que todavía no han podido formar gobierno. Este mismo escenario lo aprecian también en la reacción de Marruecos al salto de la valla fronteriza de Melilla el 31 de diciembre. Supuestamente se movilizó un operativo muy escaso, a pesar de que consiguió con gran brutalidad abortar el intento de un millar de personas de cruzar al territorio español, en una operación en la que resultaron heridos medio centenar de gendarmes, según informó entonces el Gobierno marroquí.
José Luis Rodríguez Candela, abogado, profesor de Derecho de la Universidad de Málaga y cofundador de la ONG Málaga Acoge, no comparte, sin embargo, esta opinión. Cree que la violencia desplegada por las fuerzas policiales marroquíes en aquel asalto fue de tal calibre que pone de manifiesto cómo Marruecos cumple a pie juntillas esa función policial que de facto le ha encomendado Europa. Desde su punto de vista, la llegada de embarcaciones con personas sin documentación responde a la presión migratoria que registra el Mediterráneo de este a oeste y que sufren de forma muy significativa Turquía, Grecia e Italia. «Está saliendo gente desde Libia, que está a muchísimas más millas náuticas que Málaga y, por supuesto, que el Estrecho». Opina, además, que las zonas de partida se están diversificando. «Antes había más desde Nador y ahora es desde Alhucemas» y recuerda la vasta costa marroquí. «Es complicado controlar una zona tan amplia. Si es aquí y no somos capaces… La patera de Benajarafe llegó hasta la propia playa», apostilla.
Desde su punto de vista, la presión migratoria creciente no es más que la constatación de los fallos de las políticas europeas centradas en el control fronterizo y la gestión policial, sin entrar en «el foco del problema», o sea, la crisis de Siria y su entorno, y la pobreza de los países africanos.
La catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Málaga (UMA) Magdalena Martín subraya la «sutileza de largo alcance» de la diplomacia marroquí. «Da señales que hay que saber interpretar», argumenta. No descarta que la creciente llegada de pateras tenga relación con la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y el reconocimiento de facto de que el Sahara no es marroquí. «Marruecos es ultraprotectora con su soberanía», y recuerda cómo en los años 90 echó el cierre y ya nunca reabrió el Consulado en Málaga, sin avisar a las autoridades españolas como es preceptivo, porque se había iniciado una causa contra el cónsul por detención ilegal y lesiones a un ciudadano de su país. Sin embargo, propone que puede haber otros motivos entre los que destaca el precedente que ha marcado Turquía.
El acuerdo de la Unión Europea y el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan contempla que Turquía frene el paso de refugiados y acepte devoluciones de personas a cambio de una asignación de 6.000 millones de euros hasta 2018. Magdalena Martín considera que Marruecos puede aspirar a un acuerdo de estas características, que pasa por poner mucho dinero sobre la mesa e, incluso, la promesa de reabrir las negociaciones de adhesión, a cambio de desempeñar esa función de gendarme fronterizo.