Con la marcha verde el régimen marroquí no hizo otra cosa que camuflar la atención de la verdadera invasión que comenzó unos días antes, el 31 de octubre, cuando los regimientos de tanques y blindados del ejército de Marruecos invadió el Sáhara Occidental, comenzando por Hauza y Djederia (al este Smara), destruyendo, matando y secuestrando a la población saharaui.
España tenía unas obligaciones como metrópolis clarísimas y según el derecho internacional las incumplió. La actitud de España y su falta de dignidad supuso una traición para el pueblo saharaui que todavía hoy sigue sufriendo con la ocupación y el exilio. (ver aqui)
42 años pasaron, 16 años de guerra y 26 años de firma del acuerdo de alto el fuego, pero el pueblo Saharaui sigue esperando que la Comunidad Internacional obligue a Marruecos a honrar el acuerdo que preveía la celebración del referéndum en 1992.
Una vergüenza para el mundo, una vergüenza para España y una vergüenza para el continente africano. La última colonia de África que hasta el día de hoy espera justicia y cuyo pueblo resiste pacíficamente es el ejemplo de la ineficacia de las Naciones Unidas y de la corrupción mundial que permite a Marruecos seguir explorando, oprimiendo y manteniendo en un régimen de Apartheid brutal a la población saharaui en los riquísimos territorios ocupados mientras que en los campos de refugiados los saharauis aguardan del otro lado del muro de separación una solución que no está en la agenda mundial.