Carmen Johns: Viento y arena
PUSL.- En el mundo de hoy, la información llega a borbotones desde los medios tradicionales y los llamados sociales. Todos se prestan para la amplia difusión de noticias e historias inventadas para intereses políticos escondidos. Una de las técnicas usadas es la DESINFORMACIÓN.
Seamos tajantes: esta técnica manipuladora no es sinónimo de la llamada, en inglés, la MISINFORMATION o información difundida por ignorancia, torpeza o de manera irresponsable, pero sin ánimo de manipular. Las consecuencias pueden ser trágicas, como sucedió el 11 de septiembre de 2001. Después de la caída de la primera torre, alguien dijo públicamente que la torre #2 no corría peligro. Ya se sabe lo que ocurrió.
La DESINFORMACIÓN, en cambio, es una táctica difícil de detectar, a menos que se conozca la técnica en sí. Hace unas cuantas décadas, en la Sudamérica de los dictadores, una entidad gubernamental dedicada al espionaje de su propia población inventó la abreviación “HF”, Historia Falsa, o relato inventado, para el uso de sus agentes. La HF es difundida por la prensa (a menudo bajo amenaza). Puede decirse que las mentiras políticas son muchas, pero esta técnica es especialmente eficaz. Aquí entra a jugar la desinformación.
La técnica consiste en lo siguiente: la HF, el relato que se quiere difundir, parte de un dato menor, una circunstancia o un detalle incluso irrelevante al tema de fondo, pero ese dato tiene ser evidente, o fácil de comprobar. Puede ser una fecha irrelevante o un nombre equivocado. En el momento que alguien denuncie públicamente la HF en sí, alegando que es falsa, malintencionada e incluso aberrante, los autores de la HF citan el detalle inicial y proclaman en voz muy alta que ESE HECHO (el detalle inicial) ES VERDAD. Entonces, el denunciante se ve obligado a decir, “Sí, pero…” y en ese preciso instante su denuncia comienza a perder credibilidad.
La técnica es casi invisible. Pero no es imposible desenredar la madeja si se sabe de dónde viene.
Un reportaje de periodismo de investigación publicado en 2019 por la prestigiosa revista The Atlantic describió uno de los usos de esta técnica en los juicios por abuso sexual (en este caso contra Bryan Singer, director de cine, autor de películas como The usual suspects y Bohemian rhapsody. Al parecer, las reiteradas acusaciones a través de los años ocasionaron su despido como director de Rhapsody dos semanas antes de terminar la filmación. Aquí no comento el caso propiamente tal, sino la ténica).
Alex French y Maximillian Potter, autores del reportaje, citan un psicólogo especializado en casos de abuso sexual que describe el método usado por la defensa para lograr que un juicio sea desestimado. El Dr. David Lisak afirma que la persona – digamos, para simplificar, la víctima, al declarar “se equivoca en una parte de su relato, o no recuerda bien algún detalle sin importancia en la secuencia exacta de los eventos”; entonces el abogado defensor señala el error y lo utiliza para “destruir la credibilidad” de la “víctima”. El Dr. Lisak subraya que es fácil aprovecharse del trauma emocional de la víctima. Agrega que la técnica ha llegado a ser una línea de defensa muy común, utilizada “como primera línea de defensa” en casos criminales. El psicólogo opina es una técnica francamente “diabólica.”
[Obviamente hay otras técnicas más “tradicionales”, como la simple omisión de un hecho, evento o documento que nubla la “verdad”. Es otro tipo de distorsión, pero con los mismos fines.]
Volviendo a la desinfomación: en estos días, está “de moda” la falsificación de fotos y videos en los medios sociales. En esta variante, se manipulan las imágenes para crear un relato falso apoyada en una foto “real”, o auténtica. Es la misma técnica, porque siempre se podrá señalar con el dedo que la foto inicial existe y por tanto la crónica que la sigue, también.
Pongamos el ejemple de algo ocurrido en el Sáhara Occidental, que es la temática de esta columna. Hace unos años, una foto fue robada de los archivos en línea de una persona recientemente fallecida para conseguir un propósito escondido. La foto muestra al individuo en cuestión, con otras personas, en el acto de consumir una cabra asada. Al poco tiempo del fallecimiento de esta persona – ocurrido mucho tiempo después – la fotografía robada, que lo muestra disfrutando de un asado con otras cuatro personas, apareció publicada en uno de los medios sociales, identificada como la “ultima cena” del hombre, porque al día siguiente fue “asesinado”. Vaya cuento.
Pues bien: La cena sí tuvo lugar. Los otros invitados estaban todos ahí. Hasta la cabra era de verdad. Entonces, aquí está la HF, el asesinato también era “verdad”, puesto que “fue tomada durante “la última cena de su vida”. La foto no prueba nada, claro, salvo que esa noche, entre varios, se comieron un asado (de cabra).
Entre la verdad y la mentira, como dice un proverbio árabe, hay sólo cuatro dedos de distancia.
CJ