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(La Croix).- Entrevista. Oubi Bachir Bouchraya, miembro de la secretaría nacional del Frente Polisario encargado de Europa y la Unión Europea. España, antigua potencia colonial, y Francia, partidaria de Marruecos, tienen una gran responsabilidad en el fracaso de la resolución del conflicto del Sáhara Occidental.
La Croix: El conflicto entre Marruecos y el Polisario se ha reanudado desde noviembre de 2020, en medio de la indiferencia mundial. ¿Cómo se explica esto?
Oubi Bachir Bouchraya: Esta guerra no se percibe como tal, porque ha sido un conflicto de baja intensidad durante mucho tiempo, porque la pandemia nos ha paralizado y nos ha impedido dar a conocer este conflicto. Y porque Marruecos hace todo lo posible por negar la guerra y garantizar el mantenimiento del statu quo. No revela ninguna información sobre los daños y las bajas entre sus fuerzas.
Este statu quo, es decir, el bloqueo de la situación y la consolidación de la colonización, ha contribuido a secar la información y al olvido de este conflicto que ha envenenado la región del Magreb durante décadas.
¿Cómo se puede dar a conocer la realidad de la situación?
O. B. B.: La reanudación de la guerra, aunque sea de baja intensidad, contribuirá a hacernos más visibles. También contamos con el nuevo enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, que finalmente sustituirá al ex presidente alemán Horst Köhler, que dimitió hace dos años y medio.
Por último, el Tribunal de Justicia Europeo recordó el carácter separado y distinto del territorio del Sáhara Occidental en su sentencia de finales de septiembre, que anula los acuerdos comerciales entre la UE y Marruecos. Esto reabrirá una plataforma de debate.
¿Puede la UE desempeñar un papel?
O. B. B.: Podemos temer que la Comisión recurra esta decisión judicial. Esto significará que se perderán meses. Pero, ¿cómo puede la UE afirmar que respeta los derechos humanos y luego violarlos para satisfacer una agenda estrecha de relaciones con Marruecos? Marruecos es sin duda el niño mimado de la UE.
Dentro de la UE, Alemania, los Países Bajos y los países nórdicos piden que se aplique el derecho internacional a esta cuestión de descolonización no resuelta. Lamentablemente, en el contexto europeo, el Sáhara Occidental sigue siendo un asunto de dos países, España y Francia. España afirma oficialmente ser neutral, y al hacerlo, se comporta como un país sin ninguna relación con el Sáhara Occidental. Sin embargo, la antigua potencia colonial tiene una deuda histórica. Tiene una gran responsabilidad moral y jurídica por el fracaso de la descolonización, no sólo hacia los saharauis sino también hacia toda la región. En cuanto a Francia, se sitúa decididamente del lado de Marruecos, que defiende la “marroquinidad” del Sáhara Occidental y se abstiene de facto de desempeñar un papel en la resolución del conflicto. Su posición incluso se ha endurecido en los últimos años. Desde 2017, el Polisario no ha tenido ningún contacto con París.
¿Qué se puede esperar del nuevo enviado de la ONU?
O. B. B.: En el pasado, hemos tenido muy buenos emisarios, los estadounidenses James Baker y Christopher Ross o el alemán Horst Köhler. Los tres han dimitido. El problema no está en el cargo de enviado personal del Secretario General de la ONU, sino en el Consejo de Seguridad. Este último se contenta con gestionar el conflicto sin querer resolverlo. El statu quo es el mantenimiento de la colonización por parte de Marruecos. Nadie quiere obligar a Marruecos a pagar la factura de la paz.
¿Está el Polisario, por su parte, dispuesto a hacer concesiones?
O. B. B.: En 1991, aceptamos que el referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui se basara en el censo español de 1974. En 2003, aceptamos el último plan Baker, que había sido validado por el Consejo de Seguridad. Este plan preveía cuatro o cinco años de amplia autonomía antes de la celebración del referéndum de autodeterminación en el que debían participar los colonos marroquíes. Era arriesgado para nosotros, pero aceptamos. Marruecos se negó. La ONU fue complaciente con ella y alimentó así su arrogancia.
En 2007, propusimos un paquete de garantías para Marruecos si éramos independientes, que incluía la regularización de los colonos, la explotación conjunta de los recursos naturales y la seguridad fronteriza. Sin embargo, Marruecos rechaza cualquier concesión. Sólo contempla la autonomía dentro del reino, lo que está en contradicción con el derecho internacional y la ley de descolonización. No puede haber una fórmula con un ganador y un perdedor. Esta cuestión de la soberanía debe ser resuelta.