El 6 de noviembre de 1975, de miles de colonos marroquíes enardecidos por el discurso de su rey Hassan II, precedidos de un despliegue militar con instrucciones claras, fue una maniobra pactada de antemano, meditada en el tiempo y ideada para lograr el objetivo sin obstáculos. Esta huella, que fue grabada, fotografiada y documentada desde una barrera segura por los medios de comunicación españoles, franceses y marroquíes, es lo que ha quedado en la memoria de buena parte de la sociedad española sobre los hechos acaecidos hace apenas 46 años. Eso es lo que vendía la prensa instalada con sus trípodes frente a los colonos que izaban banderas de su país. Ahí es donde estaba el espectáculo, pero no donde se estaba produciendo la invasión militar del Sahara.
La invasión tuvo lugar unos días antes, el 31 de octubre, a 300 kilómetros del espectáculo de la Marcha Verde, cuando regimientos de tanques y blindados del ejército marroquí invadieron el Sáhara Occidental, comenzando por Hauza y Djederia (al este de Smara). El ejército marroquí aniquila a todos los seres vivos y esconde los cadáveres de los saharauis en fosas comunes.
A finales de octubre de 1975, España, Marruecos y Mauritania, con la protección y amparo de otros países como Estados Unidos. Francia e Israel se encuentran en conversaciones para llevar a cabo la invasión militar del territorio saharaui, a pesar de que días antes, la Corte Internacional de Justicia había emitido su fallo judicial (1) en el que dictaminó que no existían vínculos de cierta soberanía para que Marruecos pudiera argumentar que el Sahara era parte integrante de su territorio, por lo que le correspondía al pueblo saharaui decidir su futuro mediante la celebración de un referéndum de autodeterminación. En otras palabras, el pueblo saharaui tiene derecho a la autodeterminación.
España tenía obligaciones muy claras como metrópoli y, según el derecho internacional, no las cumplió. La actitud de España, y su falta de dignidad, ha sido una traición para el pueblo saharaui que aún sigue sufriendo con la ocupación y el exilio.
Han pasado 46 años, pero el pueblo saharaui sigue esperando que la Comunidad Internacional obligue a Marruecos a cumplir el «Acuerdo de Paz» (2) firmado entre las partes y con el patrocinio de Naciones Unidas que dispuso el referéndum de 1992.
Una vergüenza para el mundo, una vergüenza para España y una vergüenza para el continente africano. La última colonia en África que, hasta el día de hoy, espera justicia y cuyo pueblo resiste pacíficamente es el ejemplo de la ineficacia de las Naciones Unidas y la corrupción global que permite a Marruecos seguir explotando, oprimiendo y manteniendo en un brutal régimen de apartheid sobre la población saharaui en los territorios ocupados, mientras que en los campos de refugiados los saharauis esperan, al otro lado del muro de separación, una solución que no está en la agenda mundial.
(1) https://www.iri.edu.ar/wp-content/uploads/2016/06/fallo-sahara.pdf
(2) https://undocs.org/es/S/RES/690(1991)