Sacudido por escándalos y reveses diplomáticos a nivel internacional y una gran crisis socioeconómica a nivel interno, Marruecos está recogiendo los frutos de sus políticas basadas en el engaño, la deslealtad y la precipitación.
RABAT – APS.dz.- La destitución, en los últimos días, del llamado Wafa Beraichi, jefe de una unidad administrativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), por connivencia con los servicios de inteligencia marroquíes, es un acto grave. Un precedente que pesará muy fuerte sobre las espaldas de todos los funcionarios del reino que trabajan dentro de las instituciones internacionales.
Wafa Beraichi ha sido objeto de un procedimiento disciplinario interno por un acto de espionaje en relación con el asunto Pegasus. El escándalo se produce en un momento en que la Comisión Europea de Investigación sobre Programas Espía pide una moratoria inmediata sobre el uso de estos programas. La petición se produce tras el informe provisional del Parlamento Europeo, que hizo nuevas revelaciones sobre los nombres de las víctimas de esta operación de espionaje, como Pedro Sánchez, jefe del Gobierno español y sus ministros de Defensa e Interior.
En cuanto a la cuestión del Sáhara Occidental, Marruecos, que creía haber cerrado el acuerdo del siglo al remitirse a un mensaje escrito por el expresidente de Estados Unidos Donald Trump en una red social, se ha despertado por la fuerza de los acontecimientos, con la resaca de quien tomó sus deseos por realidades. El 10 de diciembre de 2020, Trump anunció en Twitter que Marruecos se comprometía a normalizar sus relaciones diplomáticas con la entidad sionista, a cambio, Washington apoyaría el siniestro «plan de autonomía» para el Sahara Occidental presentado por Rabat.
El Makhzen creía que esta posición era suficiente para obligar a los estados occidentales y a las instituciones internacionales a seguir los pasos de Donald Trump. Pero los caminos de la diplomacia son demasiado serios como para conformarse con un simple mensaje humorístico en una red social, y Marruecos lo aprenderá por las malas.
Así, el 14 de octubre, la Cuarta Comisión de Asuntos Políticos Especiales y de Descolonización de la ONU adoptó una resolución, sin votación, en la que se reafirma el marco jurídico del conflicto del Sáhara Occidental como cuestión de descolonización y la responsabilidad de las Naciones Unidas hacia el pueblo saharaui.
Sobre este mismo asunto, el 9 de noviembre, los representantes de varios países en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, entre ellos Sudáfrica, Luxemburgo, Noruega, Timor Oriental e Irlanda, denunciaron la ocupación ilegal del Sáhara Occidental por parte de Marruecos durante su Examen Periódico Universal.
Estos representantes hicieron un llamamiento a la organización de un referéndum de autodeterminación en este territorio no autónomo, al tiempo que interpelaron a Marruecos sobre la necesidad de «facilitar urgentemente el acceso de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos al Sáhara Occidental y de respetar los derechos humanos de los saharauis, incluido su derecho a la autodeterminación».
También en Ginebra, una coalición de abogados y ONG acaba de presentar seis nuevas denuncias contra Marruecos ante el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas en las que exige en particular la liberación de todos los presos saharauis condenados sobre la base de confesiones obtenidas bajo tortura.
Además, los parlamentarios austriacos han pedido a la Comisión Europea y al Consejo de Europa que respeten las sentencias del Tribunal de Justicia Europeo, que consideran nulo cualquier acuerdo económico o comercial entre el bloque europeo y Marruecos que incluya al Sáhara Occidental.
Incluso a nivel continental, Marruecos recibió una bofetada de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, que emitió una sentencia en septiembre en la que se insta a todos los Estados miembros de la Unión Africana (UA) a encontrar una solución permanente a la ocupación marroquí del Sáhara Occidental y a garantizar el disfrute del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
Subrayó que la ocupación continuada del Sáhara Occidental por parte de Marruecos es «incompatible» con el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, consagrado en el artículo 20 de la Carta de la UA, y constituye una «violación» de este derecho, advirtiendo que la admisión de Marruecos «es probable que sea impugnada por incompatibilidad con el Acta Constitutiva de la UA».
Acusado en la escena internacional, el majzén atraviesa una ebullición interna provocada por una aguda crisis socioeconómica. Así, la Confederación Democrática del Trabajo organizó el domingo manifestaciones en varias regiones del reino con el lema: «Jornada de ira de la Confederación contra el gobierno de Akhannouch».
Con esta acción, el sindicato denuncia, como señala en su comunicado, la inacción del gobierno marroquí ante la subida de los precios y el deterioro del poder adquisitivo de amplias capas de la sociedad.
En el sector educativo, la situación es aún más complicada. Ante la incapacidad del Majzen de atender las reivindicaciones de los trabajadores para mejorar sus condiciones socioeconómicas, la Federación Marroquí de Funcionarios del Sector de la Enseñanza ha decidido elaborar un programa de lucha que consiste en la organización de varias acciones, entre ellas una sentada el martes frente a la sede del Ministerio de Educación, así como concentraciones frente a las academias regionales el 29 de noviembre en todo el país.
Además, otros sectores, como el del transporte, han convocado huelgas generales para denunciar la subida del precio de los hidrocarburos, que ha alcanzado niveles sin precedentes, provocando el cierre de varias empresas.