La reducción del 30% en la cesta básica del Programa Mundial de Alimentos pone en riesgo la vida de miles de saharauis en los campamentos de Refugiados Saharauis en Tinduf, Argelia.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha reducido en un 30% la cesta básica que distribuye en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf debido a la subida de precios de los alimentos en el mercado internacional. Esta medida ha intensificado la crisis alimentaria en la región, donde el 90% de la población sufre o está en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria, según el reciente Plan de Respuesta 2024-2025, elaborado por un consorcio de 28 entidades de la ONU y ONG.
El pasado marzo, estas organizaciones lanzaron una alerta sobre el empeoramiento de la salud y la nutrición en los campamentos, señalando que desde 2020, pero especialmente en los últimos meses, la situación ha empeorado drásticamente debido a los recortes en las raciones alimentarias por falta de fondos. Pablo Traspas, de Médicos del Mundo, destaca la alarmante tasa de anemia, que afecta al 75% de las mujeres embarazadas y lactantes, y la desnutrición infantil, que afecta a más de la mitad de los menores de cinco años.
El informe anual del PMA de diciembre ya reflejaba los efectos de esta crisis: el 30% de los beneficiarios no lograba una nutrición aceptable y solo uno de cada tres niños recibía la dieta mínima esencial para un crecimiento saludable. Los recortes han sido especialmente severos desde el aumento de los precios provocado por la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, lo que ha reducido la capacidad de las organizaciones humanitarias para adquirir alimentos suficientes sin un incremento en las donaciones.
Antes de 2020, el PMA dedicaba 18,25 millones de euros anuales para satisfacer las necesidades alimentarias de los refugiados más vulnerables. Ahora, alimentar a la misma cantidad de personas costaría 27,7 millones, fondos que no están disponibles. Hoy, el 97,4% de los saharauis en los campamentos necesita ayuda.
Buhubeini Yahia, presidente de la Media Luna Roja Saharaui, denuncia que «los donantes se olvidan de las crisis antiguas y con poca visibilidad en cuanto hay cualquier guerra o catástrofe natural». La situación se agrava por la falta de alimentos esenciales como la harina de soja, rica en hierro, que ha sido recortada en un kilo por persona al mes.
El año pasado, las aportaciones adicionales de algunos donantes habituales, incluyendo España, ayudaron a evitar una catástrofe. Sin embargo, este año no se cuenta con esas contribuciones adicionales de entidades como ECHO (oficiante de ayuda humanitaria de la UE) o la ONU, y hay un déficit de siete millones de euros para mantener la misma canasta básica de 2023, que ya estaba recortada.
Además de la escasez de alimentos, los campamentos enfrentan serios problemas en el transporte de agua. La Asociación de Trabajadores y Técnicos sin Fronteras (ATTSF) maneja una flota de 28 camiones cisternas, pero el presupuesto para mantenimiento, repuestos y combustible ha sido recortado, afectando gravemente la distribución de agua potable.
La crisis alimentaria y la falta de recursos en los campamentos de Tinduf están poniendo en peligro la vida de miles de saharauis. Las ONG y entidades humanitarias hacen un llamado urgente a la comunidad internacional para aumentar los fondos y evitar una tragedia humanitaria de mayor escala. Sin una respuesta rápida y eficaz, la salud y el bienestar de los refugiados seguirán deteriorándose, incrementando el sufrimiento de una población ya de por si muy vulnerable.
