El 5 de diciembre, el gobierno español presentó la «Estrategia España-África 2025-2028». España busca trabajar con los africanos a través de una relación estratégica». Así se expresó el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la presentación de la Estrategia España-África 2025-2028 en la Moncloa.
España es responsable directa de la existencia de la última colonia en África: el Sáhara Occidental. Casi cinco décadas después de abandonar sus obligaciones legales y morales, España sigue siendo cómplice del sufrimiento del pueblo saharaui, atrapado en un brutal ciclo de ocupación y desplazamiento. La afirmación del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, de que «España es para África un socio comprometido en materia de paz y seguridad», suena al colmo de la hipocresía. La paz y la seguridad en África no tienen cabida en boca de un representante del Gobierno español, que ha perpetuado uno de los conflictos más largos y violentos del continente. Aunque el gobierno español presume de su Estrategia África 2025-2028 como una visión de crecimiento y cooperación, sigue permitiendo la ocupación del Sáhara Occidental, una tragedia de la que es a la vez artífice y facilitador. No se trata sólo de un pasado colonial, sino de un presente colonial en curso, ya que España sigue siendo la potencia administrativa de iure en virtud del derecho internacional.
Una traición colonial codificada en la ilegalidad
En 1975, España firmó los Acuerdos de Madrid con Marruecos y Mauritania, dividiendo ilegalmente el Sáhara Occidental sin consultar a su pueblo. Estos acuerdos fueron declarados nulos por el derecho internacional, una posición reforzada por el Tribunal Internacional de Justicia y, más recientemente, por el Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea (TJCE). Sin embargo, España no sólo no ha facilitado el prometido referéndum de autodeterminación, sino que ha reforzado activamente la posición de Marruecos en la explotación del pueblo saharaui y sus recursos.
Las sentencias del TJCE invalidaron explícitamente los acuerdos que implicaban la explotación de los recursos del Sáhara Occidental sin el consentimiento de su pueblo. En lugar de corregir su rumbo, España contempla ahora ceder el control del espacio aéreo del Sáhara Occidental a Marruecos, un descarado acto de complicidad que legitima aún más una ocupación ilegal y pone en peligro al pueblo saharaui.
La complicidad de España en un estrangulamiento militar y económico
El muro militar de la opresión
La llamada «berma» de Marruecos es mucho más que una barrera defensiva. Es un muro militar de 2.720 kilómetros de longitud, el más largo del mundo en su género, fortificado con tecnología punta de vigilancia y ataque. Junto con el armamento tradicional, el muro incluye millones de minas terrestres, lo que convierte a la región en la zona más minada per cápita del mundo. Los últimos avances han añadido drones, que Marruecos ha utilizado para atacar a civiles, incluidos niños, así como ganado esencial para el sustento de los saharauis. Este muro representa un acto diario de agresión contra el pueblo saharaui, aprisionándolo en una tierra convertida en campo de batalla.
Explotación económica y saqueo de recursos
España se ha enriquecido gracias a su complicidad en la explotación por Marruecos de los vastos recursos del Sáhara Occidental, incluidos los fosfatos y la pesca, en flagrante violación del derecho internacional. Los acuerdos de España y la UE con Marruecos siguen ignorando las sentencias del TJUE, despojando al pueblo saharaui de sus legítimos beneficios. Mientras tanto, los saharauis de los territorios ocupados se enfrentan a una exclusión económica sistémica, y los de los campamentos de refugiados a una pobreza aplastante.
Refugiados saharauis: víctimas de la hipocresía española
Los refugiados saharauis de los campamentos de Tinduf, en Argelia, desplazados por la traición de España y la invasión de Marruecos, deben ahora mendigar al gobierno español asilo y residencia. Las solicitudes de visado suelen retrasarse y muchas son rechazadas. Peor aún, España deporta con frecuencia a solicitantes de asilo y activistas de derechos humanos saharauis de vuelta a los territorios ocupados del Sáhara Occidental o Marruecos, donde son sometidos inmediatamente a tortura, encarcelamiento y trato inhumano. Esta cruel política pone de manifiesto la indiferencia de España por las consecuencias de sus actos, perpetuando el sufrimiento que ha contribuido a crear.
Los crímenes de España: complicidad en la ocupación y la opresión
El silencio y las acciones de España han permitido las atrocidades de Marruecos, que incluyen:
– Guerra con drones: dirigidos contra civiles saharauis (incluidos niños) y ganado.
– Vigilancia y control: Sistemas militares de alta tecnología que convierten el muro en una prisión al aire libre para los saharauis.
– Violaciones de los derechos humanos: Detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzosas de activistas saharauis en los territorios ocupados.
– Deportación de activistas: obligar a los solicitantes de asilo a regresar a Marruecos o a los territorios ocupados, garantizando su detención inmediata y su tortura.
– Privación medioambiental y económica: destrucción sistemática de los medios de subsistencia mediante minas terrestres y exclusión económica.
Romper el ciclo de la traición
España no puede presentarse como líder del progreso africano mientras perpetúa la violencia colonial y la explotación económica en el Sáhara Occidental y no asume su papel. El gobierno español debe
1. Expolio de recursos: cesar todos los acuerdos, públicos o confidenciales, con Marruecos que exploten los recursos saharauis sin su consentimiento.
2. Dejar de apoyar la opresión militar: Poner fin a la venta de armas y al apoyo tecnológico que refuerzan la ocupación militar marroquí.
3. Apoyar la autodeterminación: Trabajar activamente con la ONU para garantizar el tan esperado referéndum de autodeterminación saharaui.
4. Proteger a los refugiados saharauis: Conceder a los refugiados la dignidad y los derechos que merecen como víctimas de la traición colonial española.
Conclusión
España sigue siendo el centro de la última colonia de África, con las manos manchadas por el sufrimiento del pueblo saharaui. Hasta que no se enfrente a su pasado y presente coloniales, respete el derecho internacional y apoye la autodeterminación saharaui, las pretensiones de España de promover el desarrollo africano no serán más que retórica vacía.
Ha llegado el momento de que España ponga fin a su hipocresía, reconozca sus crímenes y tome medidas significativas para rectificar la injusticia que ha creado. Todo lo que no sea eso es una continuación de la traición que convirtió al Sáhara Occidental en un símbolo de la codicia y la crueldad colonial.