Una expulsión forzada tras vigilancia constante
Las fuerzas de ocupación marroquíes han expulsado del Sáhara Occidental ocupado a David Blanco, secretario de relaciones internacionales de la Confederación General del Trabajo (CGT), tras reunirse con activistas saharauis en Dajla ocupada.
Desde su llegada, Blanco fue colocado bajo estrecha vigilancia. Finalmente, el domingo, las fuerzas de ocupación le ordenaron abandonar el territorio con el pretexto de ser una «persona indeseable», según informaron medios locales. Su expulsión, que tuvo lugar en condiciones extremas, se suma a una larga lista de casos en los que Marruecos impide el acceso de observadores internacionales a los territorios ocupados.
Denuncias de represión, tortura y desapariciones
Durante su estancia, Blanco pudo reunirse con activistas saharauis que le relataron la grave situación que enfrenta la población bajo la ocupación marroquí. Le describieron casos de represión sistemática, secuestros, torturas y otras violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas de ocupación marroquíes contra el pueblo saharaui.
El propio dirigente sindical explicó que estuvo bajo vigilancia desde el primer momento y que, al llegar a su hotel, le informaron de que debía marcharse de inmediato. «Me obligaron a hacer las maletas y partir, sin más acusación que la de ser una persona indeseable», denunció la CGT en un comunicado.
Un viaje forzado de más de 1.000 kilómetros
Tras su expulsión, Blanco fue obligado a viajar más de 1.000 kilómetros en taxi hasta Agadir, en el sur de Marruecos, donde quedó varado sin medios para regresar a España. «Me dejaron tirado a las cuatro de la mañana en la estación de taxis, sin ayuda ni transporte para volver. Literalmente, tuve que encontrar la forma de regresar por mis propios medios», relató el sindicalista.
Este tipo de medidas arbitrarias por parte de Marruecos buscan impedir que observadores internacionales puedan documentar la situación real en el Sáhara Occidental ocupado, silenciando cualquier voz que intente denunciar las violaciones de derechos humanos.
Dajla: un destino turístico que oculta represión y sufrimiento
Blanco destacó que Dajla, promovida como un atractivo destino turístico, oculta una realidad mucho más oscura. Detrás de las playas y la propaganda marroquí, se esconde el sufrimiento de la población saharaui, sometida a constantes abusos por parte de las fuerzas de ocupación marroquíes.
«La imagen idílica que Marruecos intenta vender de Dajla no refleja la realidad de la población saharaui, que vive bajo opresión, violencia y miedo», denunció el secretario de la CGT.
Un patrón de represión: activistas, periodistas y políticos expulsados
La expulsión de David Blanco no es un hecho aislado. En enero, las fuerzas de ocupación marroquíes ya habían expulsado a un periodista y dos activistas en circunstancias similares. Estas acciones forman parte de una estrategia sistemática para impedir que la comunidad internacional acceda a información de primera mano sobre lo que ocurre en el Sáhara Occidental ocupado.
En las últimas semanas, Marruecos ha intensificado sus medidas represivas, bloqueando el acceso a observadores, periodistas y defensores de derechos humanos. Las expulsiones, el hostigamiento y la persecución de activistas saharauis son prueba de la censura impuesta por el régimen marroquí para silenciar cualquier voz que denuncie sus crímenes.
Condena de la CGT y llamado a la comunidad internacional
Ante esta nueva violación de los derechos fundamentales, la CGT ha condenado enérgicamente la expulsión de David Blanco y ha reafirmado su compromiso con la defensa del pueblo saharaui. La organización sindical ha denunciado la política represiva de Marruecos y ha exigido una respuesta firme por parte de la comunidad internacional.
«No podemos permanecer en silencio ante la represión y la censura impuestas en el Sáhara Occidental ocupado. Exigimos que se respeten los derechos del pueblo saharaui y que se garantice la libre circulación de observadores y periodistas en la región», declaró la CGT en su comunicado.
Las expulsiones de activistas, periodistas y políticos que intentan documentar la realidad del Sáhara Occidental demuestran que Marruecos sigue reprimiendo cualquier intento de dar visibilidad a la lucha del pueblo saharaui por su derecho a la autodeterminación.