Fuente: ccinf.es Por Ebbaba Hameida Hafed
En pleno corazón del desierto del Sahara se encuentra uno de los muros más largos del planeta, que divide no solo un desierto, sino también a un pueblo: el pueblo del Sahara Occidental. Esta brecha cubierta por minas anti-persona se ha cobrado ya 5.000 víctimas desde su levantamiento por parte de las autoridades marroquíes, las mismas que previamente invadieron dicho territorio rico en recursos naturales.
Un niño de siete años y Abdalahi Eljarashi, de treinta, son solo dos de las casi veinte víctimas que el conocido “muro de la vergüenza”, situado en el Sáhara Occidental, dejó en 2014. El nuevo año no ha comenzado mejor, ya que en quince días se ha producido la primera víctima del 2015, un joven de 33 años, sargento del Ejército Marroquí, que sufrió graves lesiones en un pie por la explosión de una mina.
Esta larga brecha formada por seis paredes defensivas comenzó a construirse a principios de los años 80. Sesga de norte a sur el territorio saharaui y suma una distancia aproximada de 2.700 km. Se compone de arena y piedra, y está dotado con la más sofisticada tecnología militar, que va desde sencillos sistemas de alarmas a radares de última generación, minas antipersona y antitanque. Además, está vigilado por decenas de miles de soldados de infantería y brigadas de paracaidistas marroquíes, dotados de vehículos blindados y artillería pesada.
Este muro es consecuencia de la ocupación de Marruecos al Sáhara Occidental, la última colonia española en África pendiente de descolonización. En 1975 el pueblo saharaui sufrió el abandono de su metrópolis, España, que lejos de cumplir con las responsabilidades jurídicas que le exigía la ONU, repartió el territorio saharaui entre Marruecos y Mauritania. El Frente Polisario, Movimiento de Liberación Nacional Saharaui, reconocido por la Comunidad Internacional como el único y legítimo representante del pueblo saharaui, inició la Guerra de Independencia. Una guerra que provocó la rendición de Mauritania, y, más tarde, que Marruecos construyera, con la ayuda técnica de Israel y financiera de Arabia Saudí, el muro más largo del mundo.
Dividido el territorio y firmado el acuerdo de alto el fuego, Marruecos ha conseguido mantener el control sobre las zonas más ricas del Sáhara Occidental. Aunque mantener el muro supone un elevado gasto -más de 3% del Producto Interior Bruto (PIB)-, según explica el delegado del Frente Polisario en Madrid, Abdulah Arabi, “este gasto consigue contrarrestarlo con los importantes ingresos que obtiene expoliando los recursos naturales saharauis que posteriormente vende a la Unión Europea”.
Minas: motivo de numerosas víctimas
Mientras el gobierno marroquí insiste en que limpió el desierto de minas y desactivó cerca de 65.000, esta región sigue contando con el mayor número de minas anti-persona por metro cuadrado del mundo. La periodista Elisa Pavón, copromotora de la organización `Dales Voz a las Victimas´, asegura que, desde 1975 hasta hoy, ha habido un total de 5.000 víctimas en ambos lados del muro.
Minas que nadie conoce, ni siquiera las mismas poblaciones autóctonas. “Ni la población saharaui ni la marroquí son conscientes del riesgo”, explica Elisa Pavón. Por su parte, el presidente de la Asociación de Derechos Humanos Marroquí en España, Yamani Eddogmi, afirma que “en Marruecos hay un monopolio absoluto de la comunicación por parte del Estado, y este tema es una línea roja, por lo que es difícil acceder a este tipo de información”.
Respecto al número de víctimas hasta el momento, según el Frente Polisario se han registrado unas 2.500, y aproximadamente la misma cantidad a manos del ejército marroquí. “Marruecos tiene las herramientas para poder desminar el territorio, pero no lo hace”, apunta Pavón. La periodista explica que la situación del muro es completamente diferente entre las dos partes. El registro y la evacuación en la parte liberada lo lleva el Frente Polisario, la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO) no interviene; sin embargo, en los territorios ocupados sí debería de intervenir, pero no lo hace. Marruecos tampoco lo está haciendo, pero sí el ejército marroquí, aunque no pueden asegurar que se trate de un registro fiable.
Cooperación internacional
Desde Naciones Unidas se desarrollan proyectos de sensibilización internacional como la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas (ICBL), pero solo se lleva a cabo con los estados miembros y los que firman el tratado para cooperar en la sensibilización sobre la existencia de las minas y proceder a su eliminación. Según informa “Dales Voz a las Victimas” el Frente Polisario lo hizo, pero Marruecos no.
No se puede hacer nada en los territorios ocupados del Sahara Occidental, pero sí en los campamentos. De hecho dos organizaciones, la británica `Action on Armed Violence´ (AOAV), y la sudafricana `MERCHAN´, están trabajando en la diseminación del muro. Con máquinas y personal especializado, y formando a la vez a los propios saharauis para trabajar en esta tarea necesaria.
Hasina Khadad, abogada saharaui y miembro de la Asociación Profesional de Abogados Saharauis en España (APASE), asegura que “el muro es tan ilegal como la administración de facto, a través de una ocupación ilegal,lo cual no excusa de responsabilidad a la potencia administradora de derecho, España”. Según la abogada “el muro constituye una flagrante violación de todos y cada uno de los derechos fundamentales de la población saharaui, destacando el derecho a la libertad de circulación.”
Por su parte, el presidente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos considera que “este muro solo se solucionará si solucionamos el problema del Sáhara con el derecho a la autodeterminación”. Para la AMDH, “es un atentado contra la vida”.
Muchas son las organizaciones que siguen luchando actualmente con el objetivo de reunir todo el apoyo internacional posible. Manifiestan la necesidad de obligar a Marruecos a derrumbar su muro de ocupación en el Sáhara Occidental, neutralizar y eliminar todo el arsenal de destrucción que contiene, incluyendo minas antipersonal y restos explosivos de guerra.
Otros muros del mundo
Tras la caída del muro de Berlín, también conocido como “vergüenza de la humanidad”, siguen existiendo otras barreras que continúan dividiendo pueblos y sembrando el terror entre sus habitantes. Los gobiernos se justifican alegando que cumplen la función de combatir el terrorismo, frenar la inmigración y evitar la violencia. Desde México a Cisjordania, pasando por el Sáhara, Corea y también España.
Construcciones que han costado la vida de centenares de miles de personas inocentes. Elisa Pavón explica que las minas terrestres no distinguen entre tiempos de guerra o tiempos de paz, ni entre militares o civiles, ni entre edades, sexos, razas, nacionalidades o religiones. Por lo tanto, hay que universalizar esta tragedia. Mientras, los familiares de las víctimas buscan una explicación sobre la complicidad de gobiernos como el de España, Francia, Estados Unidos y la misma Unión Europea, que permiten que sigan existiendo estos muros.