Un año después de su nombramiento como enviado personal del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental, el diplomático italo-sueco Staffan de Mistura sigue lejos del consenso ante la lentitud de los resultados en la mediación del conflicto.
LUSA.- Considerada por los observadores internacionales como una «misión imposible» -la de obligar a Marruecos y al Frente Polisario a llegar a un consenso-, otros expertos sostienen que la multiplicidad de factores requiere paciencia, destacando los pequeños y lentos avances en un proceso sobre el que De Mistura tiene poco control.
El contexto no ayuda, con las constantes disputas políticas entre Marruecos y Argelia -Argel siempre ha apoyado al Frente Polisario, el movimiento de liberación de la antigua colonia española-, con Rabat defendiendo a ultranza el plan de autonomía para el Sáhara Occidental, rechazado por los saharauis, que exigen el referéndum de autodeterminación prometido por la ONU en 1991.
«De Mistura ha avanzado muy lentamente, pero todavía no se enfrenta al fracaso, sino todo lo contrario. La última resolución del Consejo de Seguridad [de la ONU] de finales de octubre no cambió muchas cosas debido a la oposición de Marruecos y sus aliados, pero introdujo algunas palabras potencialmente muy importantes sobre los actores del conflicto», declaró a la agencia de noticias Lusa Riccardo Fabiani, director del programa de África del Norte del International Crisis Group (ICG).
Y esas palabras son «todos los interesados», lo que, para Fabiani, constituye una «expresión más amplia que antes», ya que las resoluciones anteriores hablaban de reanudar las negociaciones bajo el formato de «mesa redonda», en la que también participan Argelia y Mauritania.
«Este cambio abre el camino a un nuevo plan para reanudar las negociaciones entre Marruecos, el Frente Polisario y Argelia, en un nuevo formato, un punto intermedio entre las exigencias del Polisario, que aboga por las negociaciones bilaterales, y las de Marruecos, que quiere el formato de mesa redonda», explicó.
Fabiani subrayó que los norteamericanos y los europeos «están dispuestos a apoyar este tipo de plan» una vez que el enviado lo presente oficialmente.
«Esto no significa que la vuelta a la mesa de negociaciones sea inmediata, porque aún queda mucho trabajo por hacer y siempre existe el riesgo de que Marruecos, el Polisario o Argelia rechacen esta hipótesis. La reanudación no es sinónimo de éxito en las negociaciones y las barreras son enormes. Pero creo que es demasiado pronto para juzgar la labor del enviado», sostuvo Fabiani.
Para Romuald Sciora, cineasta e investigador franco-norteamericano especializado en la ONU, al que ha dedicado varios libros y documentales, y que llegó a conocer bien a de Mistura cuando estuvo desplegado en el Líbano a principios de la década de 2000, el italo-sueco es «uno de los últimos, si no el último, de los pesos pesados del gran periodo de la ONU posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando la organización era la «pieza clave» y cuando el multilateralismo tenía sentido».
Para Sciora, citado el pasado miércoles por la revista Jeune Afrique, de Mistura, con una experiencia de mediación de más de 40 años, «sabía muy bien lo que le esperaba cuando aceptó hacerse cargo del caso del Sáhara Occidental, sobre todo por la falta de voluntad política de los actores para llegar a un compromiso, o por la injerencia de una potencia exterior, Argelia».
Es más, recordó, hay que recordar el «desprecio al derecho internacional», que complica el trabajo de los diplomáticos de la ONU, que constituyó el reconocimiento por parte de la administración de Donald Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, realizado al margen de cualquier legislación internacional.
«Es un ‘modus operandi’ que no molesta a Marruecos, siempre que le permita obtener éxitos en el terreno diplomático», subraya Sciora, situación que explica que, a pesar de las reuniones con las autoridades marroquíes, argelinas y del Polisario, de Mistura se encuentre «aislado, incluso marginado del conflicto», como la institución que encarna, y cuya influencia en el curso de los acontecimientos disminuye de año en año.
«La ONU se ha convertido en un enano en la escena política, mientras que las agencias humanitarias siguen haciendo un trabajo notable. Pero el Consejo de Seguridad ya no representa ninguna autoridad y los Estados no se sienten obligados a seguir las recomendaciones», argumenta Sciora, señalando un «ostracismo» que, según él, queda ilustrado por las dos visitas infructuosas del emisario a la región, en enero y julio/septiembre de este año 2022.
«Si hay alguien que puede intentarlo es De Mistura. Sabe comunicar y abrir el diálogo. El problema es que hereda una disputa insoluble, un poco como el caso de Chipre. Un verdadero diálogo entre Rabat y Argel es actualmente imposible, y el intento de apelar a Rusia para que participe en las mediaciones ya no es pertinente debido a la guerra en Ucrania», subrayó el investigador francés.
En la etapa actual, con las conversaciones suspendidas, el principal objetivo de De Mistura es hacer que todos vuelvan a la mesa de negociaciones, especialmente Argelia, como intentó su predecesor, el ex presidente alemán (2004/10) Horst Köhler, entre diciembre de 2018 y marzo de 2019, cuando renunció al cargo.
De Mistura también se enfrenta al contexto de deterioro de las relaciones entre todas las partes del conflicto, a la ruptura del acuerdo de alto el fuego de 1991 tras los sucesos de Guerguerate, cuando Marruecos puso fin militarmente a un bloqueo en la frontera con el Sáhara Occidental en noviembre de 2020, seguido unos meses después por la congelación de las relaciones diplomáticas entre Marruecos y Argelia.
A finales de octubre, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió renovar el mandato de la MINURSO, considerando que la misión «representa el compromiso de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional en favor de una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable» al conflicto del Sáhara Occidental.
El Frente Polisario, por su parte, acusa a la ONU de falta de firmeza en la aplicación de diversas resoluciones, y el jefe del Estado Mayor del Ejército Popular de Liberación Saharaui, Mohamed Luali Akeik, señaló que durante 30 años la ONU ha eludido su responsabilidad, «lo que repercute en el pueblo saharaui, que está pagando un alto precio por la obstinación del ocupante marroquí».
Corresponderá a De Mistura desatar este «nudo gordiano».