Saharauis, los refugiados ricos

Por Isabel Lourenço – PUSL – Del 23 de febrero al 12 de marzo estuve en los campamentos de refugiados saharauis. Ya había estado allí varias veces, siempre por trabajo, al igual que esta vez. Espero no tener que volver nunca a los campamentos de refugiados y que mi próxima visita sea a un Sáhara Occidental libre y soberano.

A mi regreso me piden que les cuente cómo fue, me piden fotos y vídeos. Es comprensible.

Llegué agotada por el hecho de que el viaje de vuelta a casa fue largo y los vuelos se retrasaron y tuve que apresurarme para no perder mis conexiones, pero también porque como siempre vuelvo con emociones muy contradictorias.

¿Te han gustado los campamento? Me preguntan aquí. ¿Te gustan los campamentos? Me preguntan allí.

No, no me gustan – es mi respuesta. No me pueden gustar los campamentos de refugiados, es imposible que me guste la mera idea de los campamentos de refugiados porque implica la existencia de refugiados, de personas que no pueden estar en su país y disfrutar de su patria. No me gustan especialmente los campamentos de refugiados saharauis porque sólo existen por la falta de respeto de Marruecos a la legalidad internacional que le permite cometer crímenes de guerra y continuas violaciones de los derechos humanos en un territorio que ha invadido, y a pesar de que esta acción es ilegal desde todos los puntos de vista la comunidad internacional mantiene la boca cerrada desde 1975.

Luego me preguntan si me gusta la gente, los refugiados saharauis. En su mayoría sí, me gustan los saharauis con los que he convivido y que han tenido la inmensa humanidad de compartir conmigo lo poco que tienen, de acogerme en sus casas, de ayudarme en mis múltiples tareas. ¿Me gustan todos? Por supuesto que no, ni tienen por qué gustarme todos, en todos los pueblos hay gente buena y simpática y gente menos simpática.

¿Por qué me molestan estas preguntas?

Porque la cuestión no es si la gente es buena, guapa, simpática, si su ropa es bonita, si los niños tienen una bonita sonrisa, ni si la ceremonia del té es interesante.

La cuestión es que tienen derecho a su país y no se les puede obligar de ninguna manera a seguir viviendo en medio de un desierto inhóspito, con tres tazas de agua al día para lavarse, cocinar, etc., comiendo constantemente el polvo de la arena y recibiendo una ayuda ínfima de una cesta que ni siquiera cubre el mínimo de seguridad alimentaria. Esta ayuda procede del ACNUR, el PMA, ECHO y otras instituciones que absorben gran parte de su presupuesto para mantenerse. Y no puedo dejar de mencionar que fue durante la etapa del Sr. Guterres en el ACNUR cuando se produjeron importantes recortes en la ayuda. Y ya que hablamos del elefante en la habitación, el Sr. Guterres, ahora como Secretario General de la ONU, sigue traicionando a este pueblo con sus informes llenos de omisiones sobre lo que ocurre sobre el terreno, contribuyendo así al estancamiento de la resolución, permitiendo que Marruecos siga masacrando a este pueblo.

Ahora les diré no lo que me «gustó» sino lo que admiro de los saharauis y de su Estado en el exilio RASD.

La organización absolutamente ejemplar de todos los aspectos administrativos y políticos. La capacidad sin parangón de tener un sistema sanitario, un sistema educativo (que incluye educación especial y universitaria), un reparto equitativo de las ayudas, un sistema jurídico independiente, una televisión, radios, archivos y bibliotecas y todo lo que se pueda imaginar en un país, pero con las graves restricciones de un estado en el exilio y sin acceso a los ingresos de un estado.

Admiro su capacidad única para recibir y acoger a quienes les visitan, superando las dificultades sin quejarse y sin hacernos ver las dificultades por las que pasan para acogernos. Este es un aspecto positivo, pero también puede ser negativo, ya que no todos los que les visitan se dan cuenta de que lo que nos dan de comer no es lo que ellos comen, y que el agua que utilizamos no es la cantidad que ellos utilizan, que la cantidad de mantas que recibimos no es la misma que la que ellos tienen, y podría seguir y seguir.

La estructura semipermanente de los campamentos

La estructura semipermanente de los campamentos con «casas» de adobe, bloques de cemento o ladrillos surge debido al largo tiempo de espera (desde 1975) para el regreso a su patria. Gracias a la ayuda del país de acogida, Argelia, poco a poco se ha podido acceder a la electricidad, a un sistema de distribución de agua y a carreteras que conducen de un campo a otro, un total de 5 y el centro administrativo.

Con la emigración y las familias en el extranjero, se ha podido establecer una microeconomía local, que está lejos de poder suplir las carencias y crear el número necesario de puestos de trabajo.

¿Y por qué este títular?

Los saharauis son refugiados ricos porque su país es rico, pero no tienen acceso a sus riquezas, que son explotadas por el ocupante marroquí y varios países, en su mayoría europeos.

Son refugiados ricos porque tienen una cultura rica pero poco conocida, debido a la distancia, al boicot generalizado de los medios de comunicación a este pueblo y al hecho de que son un pueblo de transmisión oral tradicional.

Son ricos porque consiguen multiplicarse de la nada, con fallos humanos, ciertamente como en todas partes donde hay un ser humano, pero sin embargo han conseguido construir de la nada en medio del desierto una estructura administrativa inimaginable y ello durante décadas de guerra, bombardeos, minas y exilio. El papel y liderazgo de las mujeres saharauis ha tenido y tiene una importancia fundamental en la forma de organizar los campamentos y son sin duda el gran motor de todo.

Es admirable de lo que es capaz el ser humano. Cómo el ser humano (en este caso los marroquíes) puede destruir, matar, masacrar, violar, torturar a un pueblo y este pueblo (los saharauis) puede criar, construir, cuidar, educar.

La riqueza de este pueblo está profundamente arraigada en su modo de vida nómada, que debido a la «evolución del mundo» y al «desarrollo» se les niega ahora como a tantos otros pueblos nómadas. La «occidentalización» del mundo es un factor de empobrecimiento y no de riqueza; la riqueza viene de ser capaz de resistirse a la importación ciega de valores y de lograr un equilibrio sin olvidar nunca la propia historia y tradiciones.

POR UN SAHARA LIBRE .org - PUSL
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