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PUSL.- Queremos empezar este artículo con el hecho de que independientemente de lo que Marruecos quiera o Francia y otros países decidan, el enfoque de la “realpolitik” en el Sáhara Occidental es un fracaso total, la legalidad internacional es clara y el pueblo del Sáhara Occidental tiene un derecho legítimo a su autodeterminación al que está claro que después de casi 5 décadas de invasión marroquí no va a renunciar.
En los medios de comunicación franceses se consideró la visita de la ministra de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, a Rabat en diciembre de 2022 como una visita para allanar el camino a la visita de Macron, tras la crisis desatada en 2021 por la congelación de visados para Marruecos, medida que también afectó a otros países del norte de África (Argelia y Túnez).
Ahora es el turno de la visita de Macron a Rabat, que según la prensa será durante el primer trimestre de 2023 pero sin fecha fijada.
Esta visita tendrá lugar tras el escándalo Pegasus (espionaje) del que también fue víctima Macron y el escándalo de corrupción en el Parlamento Europeo y la reciente visita de Borrell, alto comisario de Asuntos Exteriores de la UE. (https://porunsaharalibre.org/2023/01/06/borrell-se-postra-publicamente-a-los-pies-de-marruecos/)
Durante la visita de Borrell, el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Burita, dejó claro que las relaciones con otros países son juzgadas por Marruecos en función de su postura sobre la cuestión del Sáhara Occidental. Esta advertencia/amenaza no es nada nuevo, pero el descaro de hacerlo en una conferencia conjunta con Borrel es, como mínimo, de mal tono diplomático y sirve para demostrar la total impunidad de la que goza Marruecos en los círculos corruptos de Europa y más allá.
En marzo de 2022, el ministerio de Asuntos Exteriores aclaró su postura sobre el Sáhara Occidental: “La postura de Francia sobre el Sáhara Occidental es inquebrantable. Apoyamos una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable, de conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En este sentido, el plan de autonomía marroquí constituye una base seria y creíble para las discusiones”. (https://www.diplomatie.gouv.fr/en/country-files/morocco/news/article/western-sahara-q-a-21-mar-2022)
Durante la visita de Colonne del 15-16 de diciembre tampoco hubo más que la reafirmación de la posición de Francia de marzo de 2022.
Es importante saber que en Francia viven más argelinos que marroquíes, aunque la diferencia es mínima (según datos del Instituto Nacional de Estadística francés) https://www.insee.fr/fr/statistiques/3633212. y que las tres nacionalidades de inmigrantes más representadas en Francia son los argelinos, los marroquíes y los portugueses. Esta presencia masiva de argelinos y marroquíes tiene una importante incidencia en la política de Francia con sus vecinos norteafricanos.
En un artículo publicado ayer en LeMonde y firmado por Frédéric Bobin, Emmanuel Macron se enfrenta a un agudo dilema: “aceptar las reivindicaciones marroquíes de soberanía sobre el Sáhara Occidental sin comprometer su gran designio de reconciliación con Argelia.”
Pero no se trata sólo de una cuestión de “reconciliación” con Argelia, Francia apoya su intervención en África en Marruecos, donde encuentra un “aliado” para las obras menos transparentes cada vez que es necesario. Por otra parte, Francia es el principal apoyo de Marruecos en el Consejo de Seguridad, habiendo logrado un bloqueo efectivo en la solución de la cuestión del Sáhara Occidental al bloquear y amenazar con su poder de veto en repetidas ocasiones en el Consejo de Seguridad contra la inclusión en el mandato de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) de un componente de vigilancia/protección de los derechos humanos.
Frédéric Bobin afirma que “la tradición era que Francia era más bien pro-marroquí, que el vínculo con Argelia estaba irremediablemente atormentado, aunque se conservaba, y todo el mundo se sentía cómodo con este legado histórico. En el Quai d’Orsay, un dicho resumía el tropismo de París: “Un presidente francés empieza por Argelia y acaba por Marruecos”. No obstante, la evolución del contexto estratégico regional, así como ciertas inflexiones de la diplomacia francesa, han reconfigurado el panorama. Hay que encontrar un nuevo punto de equilibrio. Y el ejercicio es arriesgado”.
Argelia tiene en estos momentos un papel más importante que Marruecos para Europa desde el punto de vista económico, el gigante africano tiene todo lo que a Europa le falta en Energía, es un socio creíble y serio, sin embargo no comulga con las “opciones políticas” de Europa ni juega el papel de cachorro de Europa, a diferencia de Marruecos. Marruecos tiene una economía en quiebra y sigue siendo un país de drogas, no tiene riquezas naturales como sus vecinos y es un mendigo de la UE de la que recibe miles de millones de euros de forma poco o nada transparente como ha salido a la luz a lo largo de los años y ahora es más evidente con el escándalo de corrupción del Marrocgate.
Para Marruecos, el punto vital de su política es el Sáhara Occidental. El principal objetivo de su política exterior es obtener del mayor número posible de Estados el reconocimiento de su soberanía sobre el territorio que invadió en 1975 y del que controla el 80%. Una ocupación ilegal llena de crímenes de guerra.
A pesar de la declaración de Francia de que el plan de autonomía marroquí es “una base de discusión seria y creíble”, Marruecos quiere más. ¿Conseguirá lo que quiere?
Actualmente, Marruecos pide a Francia que “renueve” su enfoque de la relación bilateral para “adaptarse” al “cambio del entorno geopolítico regional”. En un contexto de realineamiento de fuerzas a nivel mundial, veremos qué camino toma una Francia en total descrédito y con graves problemas en África y en su relación con los países que apoyan a Francia a través de la CFA (https://www.megatrends-afrika.de/en/publication/mta-spotlight-12-wishing-for-an-end-to-the-cfa-franc-zone)